lunes, 14 de enero de 2013

Crítica de El Hobbit: Un viaje inesperado


Nueve años han pasado ya desde que llegase a nuestras salas cinematográficas la última entrega de la trilogía del prestigioso autor británico J.R.R. Tolkien. Este mundo fantástico, donde los hombres convivían con mágicas y legendarias criaturas como elfos o hobbits, había sido recreado como nunca antes y prueba de ello es el reconocimiento que, en forma de estatuillas, le dieron los componentes de la Academia. Once Oscar que supusieron la guinda a una saga redonda, aclamada tanto por la crítica como por el público en general y por los seguidores de la obra de Tolkien en particular.

Era de esperar que tanto éxito tuviera como consecuencia que se plantearan la adaptación del resto de obras sobre la Tierra Media, y en especial ese pequeño relato para niños que, bajo el nombre de El Hobbit, supuso la primera obra del escritor. El proyecto, que en un principio iba a estar en manos del prestigioso director Guillermo del Toro, se vio afectado por los problemas económicos de los estudios MGM que canceló en un principio el film.  Tras un periodo de incertidumbre alrededor de la obra, fue el propio Peter Jackson, propietario de los derechos, el que decidió no dejar el proyecto en el olvido y se puso a trabajar en el guión.

No ha sido hasta diciembre de 2012 cuando nos ha llegado la primera entrega de este relato que, asombrosamente, ha sido dividido en tres partes. Bajo el nombre de Un Viaje Inesperado, la historia nos narra como Bilbo Bolson se ve apartado de su tranquila y ociosa vida en Hobbiton para sumergirse, junto con doce enanos y un mago, en una aventura que le marcara su destino y el de toda la Tierra Media. Un viaje por un sinfín de lugares mágicos y peligrosos que pondrá a prueba el valor, la astucia y la fortaleza de los curiosos personajes que forman esta peculiar compañía.

Este sería, a groso modo, el argumento de la historia contado en unas pocas líneas. Si bien, el guión tiene una mayor profundidad de lo aquí explicado ya que, en esta primera entrega, además de la trama principal narrada en el libro original se le han ido añadiendo hechos secundarios obtenidos de los apéndices y que no aparecen por ningún lado en el relato. De esta forma se han conseguido dos propósitos, por un lado enlazar esta historia con la trilogía de El Señor de los Anillos, comenzando a esbozar lo que puede ser una explicación del regreso de Sauron. Y por el otro, han conseguido crear una nueva saga de tres películas que va a dejar una buena cantidad de millones de dolares en taquilla.

El anuncio de la división en tres películas, a escasos tres meses del estreno de Un Viaje Inesperado, provocó un aluvión de críticas sobre Peter Jackson y su equipo, ya que los aficionados a la obra de Tolkien entendían que no había material para tanto metraje. Sobre todo teniendo en cuenta que el libro apenas superaba las 200 páginas. Pero a pesar de ello, sus mas de 80 millones de dolares en el primer fin de semana de estreno, solo en los Estados Unidos, dieron la razón al neozelandés. La gente había quedado tan encantada con El Señor de los Anillos que a pesar de lo mucho que se dijese, iba a ir en masa a ver esta nueva saga y los números no hicieron mas que corroborarlo.

Para más polémica, el film se nos ofrecía en varios formatos que iban desde el tradicional celuloide en dos dimensiones hasta el innovador y discutido HDR en 3D y a una velocidad de 48fps, el doble del standard utilizado hasta ahora. El resultado de esta nueva configuración era una imagen mucho mas nítida, un mayor acercamiento a la realidad que provocaba en muchas ocasiones la sensación de estar viendo el film a través de una ventana. Solo disponible en un selecto número de salas en nuestras fronteras, los que hemos podido disfrutar de este nuevo concepto llegamos a la conclusión de que este realismo despierta, en algunos momentos, la sensación de estar viendo un documental. Esto lo experimentamos en las escenas donde la acción se desarrolla a mayor velocidad, donde los personajes parece que van algo acelerados, efecto propio de la costumbre de ver las imágenes a 24 fps. Pero no por ello queda mal ni es tan exagerado como nos lo vendieron algunos críticos desde el prestreno, comparando las maravillosas escenas de acción del film con las ridículas situaciones de la serie británica Benny Hill.

Otro aspecto donde se ha comprobado, una vez más el gran equipo de efectos visuales, es lo elaborado de las escenas en tres dimensiones. Bajar a las profundidades de las minas enanas o esquivar las piñas ardiendo lanzadas por Gandalf hacen que ver el film en este formato merezca la pena. Si en muchas ocasiones decimos que el 3D solo aparece en el logo de  los carteles promocionales, hay que reconocer que en esta ocasión está muy bien logrado, y merece la pena pagar el suplemento para disfrutar el film con las gafas puestas.

Dejando a un lado la parte técnica que, una vez más, vuelve a ser espectacular nos adentramos en el valor artístico del film. Para ello Peter Jackson reúne parte de su antiguo reparto con savia nueva para darle un toque mas novedoso al film, pero sin perder la esencia de la primera trilogía sobre la Tierra Media. Para empezar, uno de los papeles mas carismáticos como era el de Gandalf, vuelve a ser interpretado por Ian McKellen. Este mago, con unos años menos que en la entrega anterior, vuelve a sorprendernos gratamente por la fuerza que el veterano actor inglés es capaz de transmitirle al personaje. Junto a el, un actor que todos reconocerán por la serie televisiva Sherlok y que dará vida al narrador y principal protagonista de la obra. Martin Freeman da vida a Bilbo Bolson, un despistado y acomodado hobbit que, sin quererlo ni beberlo, se verá envuelto en la aventura de su vida. El papel que realiza el intérprete británico es sobresaliente, algo que nos agrada enormemente porque teníamos la incertidumbre si este salto a un papel de tal responsabilidad iba a sobrellevarlo bien o, por el contrario, le iba a quedar grande. Tras verlo enfrentándose a orcos, discutiendo con tozudos enanos y jugando a los acertijos con Gollum, en una de las mejores escenas del film, podemos confirmar que este rol le viene como anillo al dedo (nunca mejor dicho).

Es Richard Armitage en su papel de Thorin el que mas nos sorprende en esta primera entrega de la saga. Su rol como líder de los enanos desprende una fuerza y un misticismo que ensombrece a gran parte del reparto. Todas sus acciones llevan ese halo épico a sus espaldas, y cada aparición suya eclipsa el resto de la escena. Si lo comparamos con algún personaje de El Señor de los Anillos, podríamos decir que es el Aragorn de esta trilogía.

El resto de reparto cumple a la perfección con su cometido, algunos con mayor y otros con menor protagonismo. Si bien, volvemos a ver a Cristopher Lee dando vida a un escéptico Saruman, a Hugo Weaving como el elfo Elround y a Elijah Wood en un prologo que nos enlaza las dos trilogías. Un reparto bastante completo que nos ayuda, con sus actuaciones, a adentrarnos plenamente en la aventura que nos propone la historia.

Una historia que a pesar de tener una estructura bastante infantil, ya que recordemos que se trataba de un cuento que Tolkien escribió para su hijo, sabe ganarse el interés de los espectadores de todas las edades. Las dosis de acción están bien repartidas, a pesar de tener una primera parte que decae un poco después del magnífico prólogo, donde se cuenta la historia de la caída del poderoso reino enano de Erebor bajo el fuego de Smaug. Un compendio de imágenes en 3D con voz en off que consiguen captar la atención del espectador desde el primer momento.

Desde el momento de la partida de la expedición no paran de ocurrir cosas, convirtiendo un metraje bastante extenso en un suspiro gracias a su elevado ritmo y a las espectaculares escenas de acción. Si la recreación de los Trolls nos puede parecer magnífica, el equipo de efectos especiales es capaz de sorprendernos minutos mas tardes con las peleas de los titanes de roca o con la espectacular batallas en las cavernas de los trasgos. Esto no es mas que un pequeño esbozo de la enorme cantidad de minutos donde el acero de las espadas y el silbido de las flechas se mezclan para dar lugar a cuantiosas situaciones épicas.

Todo ello danzando al ritmo de la música de Howard Shore. El compositor, autor de las partituras de El Señor de los Anillo, vuelve a repetir en este mundo de fantasía con un conjunto de melodías que se retroalimentan de sus predecesoras. Muchos son los movimientos que ya pudimos disfrutar, varios años atrás, cuando los hobbits campeaban por las tierras de La Comarca. A estos se le han añadido otros muy válidos para el film, pero de menor calidad si los comparamos con los de la época cuando Sauron atemorizaba la Tierra Media. No podemos decir que la composición a nivel global este exenta de calidad, pero si es cierto que podría haber añadido unos nuevos acordes mas sorprendentes.

Otro que repite junto a Peter Jackson es el director de fotografía, Andrew Lesnie. Este australiano nos vuelve a mostrar sorprendentes imágenes de Nueva Zelanda, donde a buen seguro estarán agradeciendo  la enorme campaña turística a nivel mundial que se le está haciendo. Pero a parte de los paisajes, cada toma es una maravilla, apreciada aún más a 48 fps, y que supone un pequeño salto de calidad con respecto a la trilogía anterior en el aspecto visual.

Hablar de El Hobbit es referirse a auténtico cine de aventuras, dentro de un marco fantástico y con mucha acción. Es una película para olvidarte de dramas personales y dejarte llevar por la grandiosidad de sus imágenes y la fuerza de sus personajes. Un film para todas las edades, que te deja con ganas de que llegue el próximo diciembre para seguir las aventuras de Bilbo, Galdalf, Thorin y compañía en su cruzada por derrotar a Smaug.





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